La articulación eclesiástica del Valle Medio del Ebro y su área de influencia(ss. III-VIII)
- Barenas Alonso, Ramón
- Urbano Espinosa Ruiz Director/a
Universitat de defensa: Universidad de La Rioja
Fecha de defensa: 02 de d’octubre de 2015
- Pablo de la Cruz Díaz Martínez President
- María José Castillo Pascual Secretari/ària
- Santiago Castellanos García Vocal
Tipus: Tesi
Resum
Si bien con anterioridad al siglo III d. C. ya se habrían formado pequeñas comunidades cristianas en ambientes urbanos, fue desde esta centuria y hasta el siglo VIII cuando Hispania fue testigo y escenario de la introducción, la consolidación y el enorme desarrollo del cristianismo como religión oficial y única del Estado. En el caso del valle medio del Ebro y su área de influencia, aunque el desarrollo del cristianismo fue en paralelo al del resto del territorio hispano primero bajo dominio romano y después visigodo en sus preceptos organizativos generales, su evolución tuvo sus particularismos locales y regionales tanto en el tiempo como en el espacio. La presente tesis doctoral tiene por objeto el estudio de la implantación y la difusión del cristianismo en el territorio del valle medio-alto del Ebro entre los siglos III y VIII d. C., estableciendo paralelismos con el ámbito peninsular y comparativas entre los espacios urbano y rural, con un interés especial en el tratamiento de las relaciones de sus líderes religiosos con los territorios sobre los que gobernaban en lo eclesiástico. La cristianización de las ciudades supuso una sacralización del espacio que, entre otras consecuencias, convirtió a determinadas urbes en ejes del control territorial diocesano en la provincia. Dentro del marco geográfico del valle medio-alto del Ebro, se han registrado cuatro urbes que disfrutaron de este rango al constituirse como obispados en sus respectivos territorios. Calahorra, Pamplona, Tarazona y Oca fueron las únicas ciudades que desde el siglo V, aunque en algunas de ellas su sede pudo haberse erigido tiempo antes, lideraron el panorama religioso del occidente de la Tarraconense. Al analizar los distintos procesos de cristianización de los paisajes urbano y rural se observa que el cristianismo fue un fenómeno inicialmente urbano, propagado con una cierta prontitud (ss. IV-V) entre las grandes ciudades del Ebro medio-alto - Calagurri, Turiaso y Pompelo -, pero no exclusivo de estos espacios, pues ya entre los siglos V y VI encontramos en los espacios rurales algunas iglesias asociadas al mundo funerario o martirial [Santa Coloma (La Rioja)], a enclaves vilicarios [Parpalinas y Santa María de Rute (La Rioja) o San Felices de Oca (Burgos)] o a núcleos castreños [(Santa María de Mijangos y Santa María de los Reyes Godos (Burgos), Buradón (La Rioja) o Tudején- Sanchoarbaca (Navarra) impulsadas por las elites locales, pero también los primeros eremitorios rupestres en las cuencas de los principales afluentes del Ebro (Tirón, Iregua, Najerilla, Leza-Jubera, Cidacos y Queiles), la ribera navarra de este río, el sureste cántabro o la zona del condado de Treviño, entre otras, fruto del auge del fenómeno ascético. No obstante, fue sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo VI cuando este proceso alcanzó su cénit en el valle medio-alto del Ebro con la fundación de la mayoría de las iglesias rurales que se han fechado en época tardoantigua y la formación de los primeros cenobios de la zona (San Millán de la Cogolla, San Prudencio de Monte Laturce (Clavijo), San Miguel (Arnedo) o el conjunto tricenobítico de Albelda). Por ello, en el estudio de la cristianización del Ebro Medio y su área de influencia hay que tener en cuenta tanto a las figuras episcopales como a las elites locales y a los ascetas, articuladores todos ellos de estos espacios desde un punto de vista eclesiástico.