La «norma lingüística» de la cancillería real castellana (1230-1312)Fernando III, Alfonso X, Sancho IV y Fernando IV
- Martín Aizpuru, Leyre
Universitat de defensa: Universidad de Salamanca
Fecha de defensa: 26 de de juliol de 2019
- Pedro Sánchez-Prieto Borja President/a
- José Antonio Bartol Hernández Secretari
- Mónica Castillo Lluch Vocal
Tipus: Tesi
Resum
En las últimas décadas ha resurgido en los estudios filológicos el interés por los llamados textos históricos ―en oposición a los textos literarios y a los narrativos―, como los documentos jurídicos y notariales o simplemente testimoniales del pasado (Díez de Revenga 2001; Sánchez-Prieto Borja 1998a), lo que ha supuesto una renovación para las disciplinas históricas. En este sentido, son numerosos los trabajos que han ofrecido rasgos lingüísticos nuevos a partir de fuentes documentales peninsulares:, Matute (2004, 2006), Marcet (2006, 2007, 2009, 2010, 2011, 2015), Moral del Hoyo (2013, 2015) y Torrens Álvarez (2003, 2005, 2013, 2014, 2015), por citar los más próximos a nuestros intereses de investigación. Por otra parte, para tener una visión más amplia de la productividad de este campo de investigación solo tenemos que consultar los volúmenes colectivos dirigidos por Sánchez Méndez, de la Torre y Codita (2015), Kabatek (2016) y los índices de la revista Scriptum Digital, que desde 2012 anualmente publica trabajos relacionados con la extracción de datos lingüísticos y análisis de obras históricas. Como filólogos, debemos tener en cuenta que los documentos notariales son textos que fueron escritos sin una finalidad de estudio directo por parte de un lingüista, es decir, el notario o escribano que redactaba lo que hoy día leemos y analizamos no tenía intención de consignar por escrito un determinado fenómeno lingüístico sino un hecho jurídico. Esto es importante en la medida en que los documentos funcionan como muestras de la lengua libre, aunque solo hasta cierto punto, ya que no debemos olvidarnos de la presencia de elementos formulísticos, tan característicos del lenguaje legal (Sánchez González de Herrero et alii 2013). Por eso, puesto que editamos y estudiamos documentación de una tipología textual muy concreta, no obviamos la problemática que plantean las tradiciones discursivas en los estudios diacrónicos y tendremos presente que, tal como pone de manifiesto Kabatek (2001: 97), «[c]iertos fenómenos “textuales” parecen perturbar la verdadera diacronía: tradiciones de un género particular que con una forma fijada o con unas fórmulas que se resisten al cambio limitan las posibilidades de expresión». Teniendo en cuenta todas estas observaciones, para el estudioso de la historia de la lengua trabajar con fuentes documentales es ventajoso, pues ello conlleva analizar testimonios originales, con data tópica y crónica, lo que permite avanzar en las investigaciones filológicas. En este sentido, trabajos como los de Morala (1998, 2003, 2004, 2015) para el leonés medieval o los de Sánchez-Prieto Borja (2004, 2007, 2008a, 2008b, 2008c, 2010, 2011a, 2012a, 2012b, 2012c, 2015) con relación al castellano son, entre otros posibles, una muestra de lo que estas fuentes nos permiten avanzar hasta, incluso, desterrar algunos tópicos que nuestra tradición ha repetido con insistencia dándolos por seguros. Esta tesis doctoral se propone desarrollar un estudio filológico de los testimonios emanados por la cancillería real castellana del siglo XIII y primera década del siglo XIV —se incluyen los reinados de Fernando III (rey de Castilla, 1217-1252, y de León, 1230-1252), Alfonso X (1252-1284), Sancho IV (1284-1295) y Fernando IV (1295-1312)—. La elección del corpus para este trabajo no es casual. Varios son los motivos que nos han llevado a fijarnos en la documentación de cancillería real castellana de la época mencionada. En primer lugar, este proyecto ha permitido compilar y editar con criterios rigurosamente filológicos un corpus suficientemente representativo de documentación castellana procedente de la cancillería real castellana de los siglos XIII y principios del XIV. Estas dos fases las realizamos los miembros del Grupo de Estudio de Documentos Históricos y Textos Antiguos de la Universidad de Salamanca (GEDHYTAS), que dedican su labor investigadora al conocimiento de la historia de la variación lingüística peninsular y a la edición de textos. Si bien ya contábamos con la publicación de algunos de los testimonios, los criterios de transcripción —a veces no desvelados por parte de los paleógrafos e historiadores— imposibilitaban la realización de investigaciones de corte lingüístico, especialmente aquellas centradas en las grafías. En segundo lugar, una vez editado el corpus, el estudio cuyos resultados presentamos en esta tesis doctoral describe los usos paleográficos y gráfico-fonéticos de los escribanos de esta oficina real de una manera, consideramos, más completa que en las anteriores aproximaciones a la escritura de la cancillería real castellana alfonsí (Ariza Viguera 1998; Sánchez González de Herrero 1998, 2000, 2001, 2002, 2003, 2005, 2008, 2011, 2012, 2015). Estos trabajos supusieron el comienzo de una nueva fase en la historia de la lengua en cuanto al reconocimiento del papel que Fernando III desempeñó en el comienzo de la andadura del castellano como lengua oficial de la cancillería. Entendemos que nuestra investigación es una contribución pertinente porque, por un lado, hemos ampliado el periodo de estudio para no solo abarcar la escritura de Fernando III y Alfonso X, sino también el periodo posterior al alfonsí, dado que apenas se conocen las características de las cartas expedidas en los reinados de Sancho IV y Fernando IV, salvo por un estudio realizado por Sánchez-Prieto Borja (1994) en el que analizó un corpus de documentos de la cancillería sanchiana y La Gran Conquista de Ultramar. Por otro lado, consideramos que nuestro trabajo es más abarcador que los anteriores porque hemos tenido en cuenta no solo los aspectos de la historia externa manejados hasta el momento (fecha, origen y destino de las misivas y rey que las manda fazer), sino también aspectos más novedosos que la bibliografía ha sistematizado (Kleine 2015): tipo de documento, tipo de letra empleada y funcionario que interviene en la preparación del diploma. Para nuestro trabajo, hemos partido de un corpus de 515 documentos reales y hemos acotado el tema de estudio al plano gráfico-fonético, dadas las limitaciones prácticas de extensión. En este sentido, esta tesis doctoral constituye un primer nivel de análisis que deja abiertos los otros campos lingüísticos para investigaciones posteriores porque también los consideramos muy significativos. De esta manera, la finalidad última de este trabajo es ofrecer datos que nos permitan comprender cómo era el sistema de escritura (scripta) castellana empleado en la cancillería real en un momento clave en la constitución del idioma y en un periodo suficientemente amplio (1223-1312), así como para determinar en qué medida afectaron los factores extralingüísticos, documentales, históricos e individuales en dicho proceso de consolidación: cambios de reinado, funcionarios implicados en la elaboración de los documentos, tipo de letra y de documentos. Así, en esta tesis doctoral partimos de las preguntas lanzadas —y no resueltas aún del todo— por los especialistas de la lengua medieval con el objetivo de que nuestros datos ofrezcan una respuesta e, incluso, supongan la apertura de nuevas interrogantes que deberán ser resueltas en futuras investigaciones. Por lo tanto, a partir de las conclusiones extraídas en los capítulos analíticos de este trabajo de doctorado respondemos a las siguientes preguntas: - ¿Cuántas normas ortográficas se pueden distinguir en los documentos cancillerescos desde 1230 a 1312? - ¿Cuáles son sus características? - ¿Qué factores extralingüísticos afectan a la caracterización escritural de los documentos reales de dicho periodo? - ¿En qué medida repercuten dichos factores extralingüísticos? La complejidad de los hechos y factores que tienen una posible implicación en las características gráficas de la manuscritura medieval ha propiciado que tengamos en cuenta varias disciplinas como la paleografía, historia, lingüística histórica y la lingüística de corpus. No somos los primeros, ni mucho menos, en aplicar esta metodología interdisciplinar puesto que los trabajos de Fernández-Ordóñez (2011a, entre la prolija producción científica de esta investigadora) son un claro ejemplo de los beneficios de comprender la historia y las características de la sociedad para ofrecer una explicación lingüística más completa. Centrándanos en el aspecto gráfico-fonético que es objeto de nuestro estudio, esta idea es también la que vemos en todos los trabajos de Sánchez-Prieto Borja quien desde su estudio «Para una historia de la escritura castellana» (1998a) defiende la necesidad de colaboraciones entre filólogos, historiadores, codicólogos, diplomáticos y paleógrafos, dado que la comprensión de la escritura pasa por un estudio completo de los aspectos materiales, tales como «el material escriptorio empleado, el formato, la disposición del texto, el tipo de letra, e incluso las opciones gráficas» (Sánchez-Prieto Borja 1998a: 291). Para dar respuesta a los objetivos ya expuestos, hemos planteado un trabajo organizado en siete capítulos precedidos de una introducción. En el primero de ellos, centrado en el concepto de «norma lingüística alfonsí», recopilamos las afirmaciones más importantes acerca de las épocas prealfonsí y alfonsí con relación al cambio de lengua oficial así como a la supuesta norma lingüística establecida por el rey Sabio, que, según algunos autores, perduró hasta el siglo XVI. Tal como exponemos, esta visión lingüística ha sido posible gracias al análisis filológico de las fuentes legales, históricas y literarias así como –aunque en menor medida– de los documentos cancillerescos (Ariza 1998, 2003; Cano Aguilar 1985, 1989, 2008; Cárdenas-Rotunno, 1992; Fernández-Ordóñez 2004; Sánchez González de Herrero 2001, 2002; Sánchez-Prieto Borja 1996, 2004). Hoy en día, es compartida la idea de que es imposible aplicar una visión moderna del concepto de norma, así como de otros relacionados con la sociolingüística y planificación lingüística, pero aún queda trabajo de análisis para determinar con más datos cuáles son las características de la escritura cancilleresca alfonsí y la de la época posterior con el fin de observar la transición hacia el siglo XIV, momento en el que se producen cambios notables en algunos rasgos de la escritura cancilleresca o así al menos se desprende de los acercamientos previos por parte de Sánchez-Prieto Borja (1994) sobre la cancillería de Sancho IV y la Fazienda de Ultramar. Además, desde hace tiempo se considera que el proceso de normalización del castellano se inicia con Fernando III y es Alfonso X quien lo consolida y promueve que el castellano llegue a ámbitos hasta entonces reservados a las lenguas de culturas como el árabe y latín. En el siguiente capítulo, además de presentar las características principales de la cancillería, mostramos que el trabajo en directo con los manuscritos conlleva unos adelantos y avances científicos grandes. Para los epígrafes que aquí desarrollamos ha sido crucial el trabajo prosopográfico de Kleine (2015) ya que con él se entiende la distribución de las funciones de los funcionarios reales. Tal como hemos visto, la iussio es la acción por la que se ordena la emisión de un diploma que implica la responsabilidad sobre el contenido jurídico del documento emitido, del negocio jurídico, en definitiva. Por otro lado, la redactio es la composición y puesta por escrito del acto jurídico, por lo que al redactor se le atribuye la autoría material del documento. Se insiste en que el escribano puede ser tanto el autor material como el redactor de un diploma, dando a entender que ambas acciones, la de escribir y la de redactar, también pueden recaer en la misma persona. Tras el pormenorizado análisis de Kleine, se observa que durante el reinado de Alfonso X se emplearon las siguientes locuciones: «mandar hacer», «hacer escribir», «hacer» y «escribir». La primera y última expresiones son muy transparentes: «mandar hacer» alude a la iussio real (‘orden de expedición del acto jurídico del documento’) y «escribir», a la redactio. En cambio, «hacer escribir» y «hacer» son las que provocan dudas «con respecto a la función que indican y han dado lugar a diferentes interpretaciones de historiadores y diplomatistas dedicados al estudio de las cancillerías reales medievales» (Kleine 2015: 42). Además, uno de los hallazgos fundamentales de la investigación prosopográfica es que hay una relación directa entre la especialización de los redactores y los tipos documentales. Así se distinguen el «Grupo 0», «Grupo 1», «Grupo 2», de los cuales el 1 y 2 están formados por redactores especializados y el 0 por no especializados. Además, con relación al eje temporal, los miembros del «Grupo 0» trabajaron hasta 1255 y los individuos de los otros dos, a partir de los primeros años de reinado. En cuanto a la descripción de los tipos documentales, con relación al grado de solemnidad, Kleine llega a conclusiones novedosas: los dos tipos más solemnes (PR y CPN) y el menos solemne (CAI) no sufren alteraciones a lo largo del periodo analizado: los primeros seleccionan la letra gótica fracturada formada y la última, la usual. En cambio, CAI y CAN cambian de grado de solemnidad a mediados de octubre de 1255: en ese momento CPI pasa a ser un tipo solemne y CAN, a no solemne. Además, la autora establece una relación directa entre los tipos documentales y grupo de redactores, al menos durante el reinado de Alfonso X: formados en el reinado de Alfonso X los realizan los redactores del «Grupo 1»; los usuales, los del «Grupo 2». Aunque, gracias a este estudio, podemos considerar como variables bien organizadas los tipos documentales, el tipo de letra y los funcionarios, especialmente los redactores, afrontamos nuestra investigación con un problema de desequilibrio en la cantidad y calidad de información: mientras el periodo alfonsí está muy bien estudiado y documentado, para los otros tres —especialmente el de Fernando IV— apenas contamos con datos. Por lo tanto, cuando describimos los documentos y funcionarios reales de Sancho IV y Fernando IV, aplicamos la misma organización que para el reinado alfonsí, a pesar de ser conscientes de que en las cancillerías de estos dos monarcas se producen cambios en la estructuración de la oficina u oficinas así como en la jerarquización y modo de trabajar de los funcionarios, que señalaremos más adelante. El tercer capítulo supone una transición entre la teoría y la presentación de los resultados de nuestros análisis y tiene un doble objetivo: por un lado, presentar las características del corpus que analizamos (Corpus de documentación de cancillería real castellana del siglo XIII, CODCAR) —a las que ya hemos hecho mención más arriba— y, por otro, conocer el sistema de extracción de datos que hemos manejado, que nos ha dado pie, a su vez, a reflexionar sobre la lingüística de corpus. En este sentido, Lyneal es un sistema de análisis de textos en español ideado por el profesor Ueda (Universidad de Tokio) que tiene como primer objetivo «facilitar procesamientos de datos textuales tanto de los archivos almacenados en el servidor como los propios del usuario» (Ueda, 2018). Con relación a la metodología para construir Lyneal, se ha seguido un modelo de poscategorización. Es decir, primero se pueden visualizar y comprobar uno a uno los ejemplos que devuelve la búsqueda para así interpretar y valorar los resultados. De esta manera, el investigador puede asegurarse de realizar, primero, búsquedas generales y, después, búsquedas más concretas, para no obviar ningún ejemplo que de entrada podría pasar desapercibido. Este es, precisamente, uno de los valores del sistema Lyneal porque en otras plataformas de corpus digitales el investigador no tiene acceso a la información general y solo puede pedir a la máquina búsquedas de ejemplos concretos. En este sentido, consideramos que el sistema ideado por Ueda respeta una de las condiciones que plantea Kabatek (2017: 13) para los trabajos de lingüística de corpus: «la objetividad científica no reside solo en el tratamiento numérico adecuado, sino también en el paso previo: el rigor metodológico necesario para la transformación de textos en datos numéricos». En los últimos años, Lyneal se ha empleado en varios trabajos de investigación, con corpus de documentos históricos de diversa tipología, cronología y geografía (Kawasaki 2014, 2015; Ueda 2015; Ueda y Moreno, 2015; Torrens y Ueda, 2016) y son ya quince los corpus, de diversa naturaleza que se pueden consultar y analizar por medio de este sistema. En el caso de CODCAR, hemos integrado los documentos en Lyneal –en formato .txt y con separadores de tabulación– ya que por medio de este sistema podemos realizar búsquedas avanzadas que tienen en cuenta parámetros multivariantes tanto de índole intralingüística (entorno textual, posición dentro de palabra, coocurrencias, etc.) como extralingüística (espacio, tiempo, estilo, registro, etc.). Estos parámetros multivariantes son, precisamente, los atributos que el usuario puede establecer de manera ilimitada. En nuestro caso, hemos dispuesto: referencia envío CHARTA, archivo (signatura), rey o infante, fecha, año, lugar de emisión (origen), lugar o persona de recepción (destinatario), suscripción, redactor y finalmente iussor. De esta manera, podemos valorar la implicación de cada uno de esos atributos en relación con los datos lingüísticos. En el cuarto capítulo, planteamos un acercamiento diplomático y prosopográfico a los documentos de nuestro corpus con el que, por un lado, exploramos las características diplomáticas, en cuanto a la estructura de los diferentes tipos de documentos que conforman el corpus y, por otro, aplicamos la teoría ofrecida en el segundo capítulo para así describir la clasificación de los funcionarios —iussores y redactores— que participan en el proceso de expedición documental. Nos interesan especialmente los redactores dado que estos serán una de las variables de estudio más importantes. A continuación, damos comienzo al estudio de la escritura de la cancillería real castellana. Como no podía ser de otra manera, hemos seguido la clasificación propuesta por Sánchez-Prieto Borja: la triple correlación. Con este modelo de trabajo la valoración fonética de las grafías medievales debe precederse de un estudio diplomático, paleográfico y gráfico. En el primer epígrafe del quinto, hemos concedido a la paleografía su lugar no como ciencia auxiliar de la filología sino como disciplina que proporciona información fundamental para comprender las características de la escritura medieval. En cuanto al análisis del sistema braquigráfico, debemos destacar que su estudio ha revelado tendencias generales de la época, que no se habían estudiado con tanto detenimiento y exhaustividad hasta el momento salvo a partir de muestrarios de documentos, pero también nos permite observar las preferencias de tres variables clave en este rasgo escritural: las características individuales de los redactores, el grado de solemnidad de los documentos analizados, así como el tipo de letra gótica fracturada. Consideramos, tal como lo han hecho otros autores como Sánchez-Prieto Borja (2008: 21 y Pichel 2013: 492), que este fenómeno es clave para la comprensión del incipiente cambio de una escritura claramente fonética a una escritura logográfica. Finalmente, el análisis de los alógrafos nos ha mostrado que en la cancillería real castellana entre 1223 y 1312 las formas normalizadas de i/j y u/v siguen estando condicionadas por el contexto paleográfico, sea cual sea su valor fonético. Las descripciones ofrecidas en el sexto capítulo vienen a corroborar la necesidad de analizar las grafías medievales y sus correspondientes valores fonéticos desde múltiples puntos de vista. Esto es, además de confirmar que los documentos fernandinos y alfonsíes son más próximos a una escritura fonética que los relativos a Sancho IV y Fernando IV, hemos podido ejemplificar las múltiples causas de los cambios gráficos: - los diferentes tipos de documentos, dependiendo del grado de solemnidad, favorecen la aparición de una u otra grafía (como por ejemplo el caso de cei en los PR y CPN) - las características paleográficas o tipo de letra explican la aparición de la h- en contextos antietimológicos o la duplicación de las grafías ss-, ff- y rr-, por ejemplo. Nos queremos detener, especialmente, en la recapitulación de la apócope ya que destacamos la clara la preferencia de este fenómeno por el contexto vocálico, especialmente cuando se trata de una caída que deja al descubierto un grupo consonántico. En cuanto a la distribución cronológica de la apócope extrema, podemos presentar dos conclusiones: 1) hemos observamos por medio de los datos normalizados que la apócope extrema tiene una mayor presencia, como era de esperar, en las décadas de 1240 y 1250 (y también en 1270, aunque con las matizaciones que hemos presentado previamente). 2) es un fenómeno que prácticamente desaparece a partir de 1290. A esta distribución cronológica le hemos añadido información fundamental en cuanto al reparto del fenómeno (de la apócope normal y extrema) entre los documentos y redactores del corpus. Hemos observado que el fenómeno aparece en 403 documentos (de los 515 que integran el corpus analizado) y que los primeros 42 documentos (con más de 5 ejemplos por documento) agrupan 324 casos, un tercio de la totalidad de ejemplos recopilados en el corpus. Esta misma conclusión la aplicamos a los redactores ya que solo 29 de ellos ofrecen 633 ejemplos de apócope y en ellos donde también se encuentra un alto porcentaje de los casos de apócope extrema. Además, la mayoría de estos trabajan durante el periodo alfonsí, momento en que mayor presencia muestra el fenómeno. Por último, en cuanto al tipo de palabras en que se produce la apócope extrema, observamos que es clara la tendencia a la caída de la -e en adverbios. Finalmente, en el séptimo capítulo, ofrecemos un estudio sobre el sistema de puntuación empleado por los escribanos reales. Tal y como hemos señalamos y ejemplificamos, los usos descritos no son sistemáticos ni siquiera en un mismo documento, pero se ven indicios de que estos eran más habituales en este tipo documental, conclusión también esperable tal como indicamos en la introducción de esta sección. Debemos advertir que los usos no son siempre homogéneos, ya que un mismo contexto puntuado de cierta manera puede aparecer sin puntuar en otro; por eso hemos procurado acompañar estas descripciones de informaciones cuantitativas. Asimismo, de nuestro análisis extraemos que en estos documentos los signos de puntuación no tienen usos restringidos, es decir, el punto y coma se puede emplear en los mismos contextos que el punto o la barra. En este sentido, el sistema presentado coincide, básicamente, con los usos hallados en Lobo Puga (2013) y Sánchez Prieto Borja (en prensa [b]) por lo que podemos intuir que estos son reflejo de un uso general en la documentación jurídica medieval. Los resultados obtenidos en este campo casi virgen de la historia de la ortografía española nos animan, por un lado, a ampliar las posibilidades de preparación del corpus para obtener mejores y mayores resultados cuantitativos. Por otro lado, queremos trazar comparaciones entre el sistema de puntuación de loos documentos cacnillerescos y otros tipos de documentos notariales.