Virgilio Fanellivida y obra de un platero italiano en la España barroca (c.1653-1678)

  1. ILLESCAS DÍAZ, LAURA
Dirigida por:
  1. Manuel Pérez Hernández Director
  2. Palma Martínez-Burgos García Codirector/a

Universidad de defensa: Universidad de Salamanca

Fecha de defensa: 16 de marzo de 2021

Tribunal:
  1. María Victoria Herráez Ortega Presidenta
  2. Eduardo Azofra Agustín Secretario
  3. Fernando Quiles García Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Un artista como Virgilio Fanelli, calificado por sus contemporáneos con el apelativo de «Praxíteles florentín»1, bien merece protagonizar un trabajo como el aquí propuesto, más aún cuando la gran mayoría de su producción se conserva in situ y sin apenas alteraciones. Según las noticias proporcionadas por el religioso Francisco de los Santos, en torno a 1646 fue elegido por Giovanni Battista Serra, conde de Villalegre, para materializar en bronce el modelo de la lámpara que habría de iluminar el Real Panteón de San Lorenzo de El Esocorial, satisfaciendo tal encargo en su ciudad de residencia habitual, Génova. La compleja estructura de la pieza le obligó a despedirse de su tierra natal y trasladarse a la Octava maravilla para efectuar su montaje, entrando a formar parte de la vasta nómina de italianos llegados a Madrid durante el reinado de Felipe IV, un periodo de máximo apogeo en el campo de las artes plásticas donde personalidades de diversas geografías como Peter Paul Rubens, Agostino Mitelli o Diego Velázquez dejaron huella de su maestría. No obstante, la suerte no quiso fijar en la Corte el desarrollo de la trayectoria profesional de Fanelli, sino en Toledo, al amparo de la Catedral Primada. Por decisión del prelado Baltasar de Moscoso y Sandoval, en 1655 le fue adjudicada la hechura del trono de la Virgen del Sagrario, circunstancia por la que se vió obligado a trasladar allí su residencia e iniciar una etapa que se prolongaría durante dos décadas, coincidiendo con su cénit artístico. Al margen de la obra citada, son testigos de ello la escultura de San Fernando, la peana de la Virgen de la Esperanza o el relicario de San Ildefonso. La fortuna de haber crecido en Génova, una de las capitales culturales con mayor peso en la Europa del Seiscientos, y aprender bajo las directrices de su padre, el afamado escultor Francesco Fanelli, le hicieron brillar con luz propia y desmarcarse de sus contemporáneos españoles. La pulcritud de su acabado, el dominio de la técnica o la elegancia de sus composiciones son algunas de las características que definen su obra y explican el porqué marcó un hito en el arte de la platería barroca.