La alimentación y cuidados en los lactantes en el Hospicio Provincial de Valladolid entre 1900 y 1930

  1. Barba Pérez, Mª Angeles
Dirigida por:
  1. Magdalena Santo Tomás Pérez Director/a
  2. María de la Concepción Marcos del Olmo Directora

Universidad de defensa: Universidad de Valladolid

Fecha de defensa: 27 de septiembre de 2017

Tribunal:
  1. Ricardo Martín de la Guardia Presidente
  2. Blanca Marín Fernández Secretario/a
  3. Consuelo Flecha García Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Estudio de tipo histórico con metodología cuali-cuantitativa y enfoque interdisciplinar que combina perspectivas histórica, antropológica, enfermera y pediátrica, centrada en los cuidados del niño expósito. El Departamento de la Cuna o Inclusa del Hospicio Provincial de Valladolid acogía menores de 5 años, hasta los 15- 18 meses en el Departamento de Lactancia y, a partir de esa edad, en el de Menores o de niños de Destete, donde pasaban de alimentarse con una dieta exclusivamente láctea a recibir una alimentación similar a la de los adultos. La mayoría de los niños ingresaban antes del mes de vida y eran ilegítimos, expuestos en los tornos provinciales o en algún lugar público de la provincia, o nacidos en las Maternidades del Hospicio o del Hospital Provincial. Los hijos legítimos debían ser admitidos por la Diputación provincial previa solicitud y demostración de la condición de pobreza; para evitar o agilizar los trámites, algunos se exponían también en los tornos. Para la alimentación y cuidados de los lactantes se precisaban nodrizas que, con una media anual de 425-455 ingresos, siempre eran insuficientes por lo que las mujeres refugiadas gratuitamente en la Maternidad del Hospicio pagaban su estancia quedándose a lactar para la Inclusa. Aún así, algunas nodrizas tuvieron que criar hasta 3-4 niños a la vez. Debido a la escasez de amas de cría internas y a la alta mortalidad de la Inclusa, se daba prioridad a la crianza externa de los expósitos con nodrizas preferiblemente casadas y del entorno rural. La remuneración que percibían era muy escasa, mayor en el periodo de lactancia que en el de destete. Aunque podían quedarse con los niños en calidad de prohijados, al finalizar la crianza remunerada, o en cualquier momento si lo justificaban, los devolvían a la Inclusa, pasando a partir de los 5 años, al departamento de Mayores. El nodrizaje fue un sistema con el que se intentaba paliar el infortunio de unos con la miseria de otros, de ahí que tantas veces diera tan malos resultados y que se prestara a muchas irregularidades, propiciadas entre otras razones por la intervención de intermediadores entre las nodrizas y el Hospicio. Tampoco contaba el establecimiento con un sistema de vigilancia y control eficiente de nodrizas y expósitos, dificultado por la distancia, el número de acogidos externos, el sistema propio de registro y la falta de presupuestos del Hospicio provincial. Los reglamentos internos del Hospicio Provincial nos ofrecen información sobre el tipo de alimentación y los cuidados que debían recibir los niños acogidos, sin embargo existe muy poca documentación que nos informe de la situación real. El mejor indicador de sus condiciones de vida es su mortalidad, que fue altísima tanto dentro como fuera de la Inclusa. Un niño ingresado en la Inclusa Provincial de Valladolid solo tenía un 38% de posibilidades de sobrevivir al primer año y del 30% de superar los 5 años de vida. La mortalidad dentro de la Inclusa se relacionaba por una parte con las condiciones de ingreso y la patología materna y por otra con factores internos: la alimentación, escasez de nodrizas y lactancia artificial, y las malas condiciones higiénico-sanitarias del centro. Lo demuestran las principales causas de mortandad interna que fueron, por este orden, las infecciones gastrointestinales, las enfermedades nutricionales y digestivas y la sífilis congénita. La mortalidad externa, con las nodrizas, estaba en relación con la provincial, aunque bastante más elevada que ésta, demostrando el ambiente social de pobreza en que se desenvolvían nodrizas y expósitos. El tema de la mortandad expósita fue un problema no resuelto en la Inclusa Provincial de Valladolid en las primeras décadas del siglo XX, a pesar de los buenos propósitos al respecto, y se mantuvo en tasas muy altas, muy por encima de la mortalidad infantil de la población general.