Los señores de la harinafabricantes y navieros castellanos (1765-1913)
Éditorial: Región Editorial
ISBN: 978-84-937631-7-6
Année de publication: 2016
Type: Livre
Résumé
Desde el inicio de la navegación entre Santander y Las Antillas al estallido de la Primera Guerra Mundial, a través del prisma de las compañías dedicadas a la producción y distribución de harina, veremos cómo la sociedad industrial regional fracasó. Sus miembros no tenían noción de formar parte propiamente de una empresa sino de una familia. El activo coincidía con su patrimonio y su pasivo con sus cargas. La sociedad y sus actividades públicas eran meros instrumentos para mantener o, en su caso, incrementar la riqueza con la que la providencia había obsequiado a la familia. Mientras en Europa la empresa superó paulatinamente los límites de la familia desde mediados del siglo XIX, en Castilla no se perdió ni un ápice de su importancia. La decisión de perpetuar a la familia como eje de la empresa no solo obedeció a la pervivencia de pautas de comportamiento propias de la sociedad agraria tradicional, sino al rechazo a todo cambio en el mercado de capitales, a las innovaciones gerenciales, a los pactos corporativos y a la diversificación de activos por los que otras apostaban en tanto cuestionasen el poder decisorio del padre y los derechos de sus herederos. En opinión de Moreno Lázaro, esta rigidez fue el fatal resultado de la protección arancelaria y de la insuficiencia de la demanda. En la búsqueda de los obstáculos que impidieron que la harinería castellana evolucionase hasta la gran firma, no conviene olvidar tampoco un aspecto poco conocido. Hasta 1907 al menos, la presión fiscal soportada por una compañía por acciones era muy superior a la de una empresa familiar, y sus posibilidades de evasión menores. Con todo, los señores de la harina no fueron exclusivamente unos caciques rentistas. Desde 1880 en adelante surgió una nueva generación de industriales que protagonizó un segundo intento de despegue fabril en la región. Gracias a sus iniciativas empresariales, el semblante industrial y comercial de Valladolid y Santander nada tendrá que ver con la Castilla moribunda de la que alertaron los regeneracionistas hace ya un siglo.