Representaciones de la figura autorial en el cineel escritor como personaje
- Méndez Fernández, Inés
- Javier García Rodríguez Director/a
Universidad de defensa: Universidad de Oviedo
Fecha de defensa: 03 de noviembre de 2020
- Rafael Núñez Ramos Presidente/a
- Magdalena Cueto Pérez Secretario/a
- Susana Gil-Albarellos Pérez-Pedrero Vocal
- María Paz Cepedello Moreno Vocal
- Juan Carlos Gómez Alonso Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
El corpus fílmico de Representaciones de la figura autorial en el cine: el escritor como personaje (cuya cronología comprende mayoritariamente desde la última década del siglo XX hasta el año 2017) aborda cómo el séptimo arte ha retratado al autor literario. Estructurada en cinco capítulos, el primero de ellos («De la modernidad a la hipermodernidad») presenta la posmodernidad como el marco teórico que engloba el análisis de las narraciones seleccionadas –previa definición de la modernidad–. A partir de los trabajos de Habermas, Benjamin, Ritzer, Taylor o Eco, se expone la dimensión antropológica, sociológica y artística de lo moderno como proyecto construido sobre el saber empírico, el auge de los sentimientos en la configuración del sujeto y la búsqueda de la autonomía creativa. Respecto de la posmodernidad, Lyotard la define como el momento en que «la función narrativa pierde sus functores, el gran héroe, los grandes peligros, los grandes periplos y el gran propósito». No obstante, pese a la indeterminación de su auténtica naturaleza (marcada por las redes sociales que encarnan la realidad rizomática de Deleuze y Guattari), es posible cuestionar la contundencia de su ruptura con la modernidad. La hipermodernidad subsiguiente se caracterizaría, según Lipovetsky, por un incremento en la angustia individual –manifestada en el bloqueo creativo que experimentan tanto guionistas como novelistas, poetas y dramaturgos–. Este marco teórico cimenta el segundo capítulo de la tesis («El sujeto posmoderno»). A partir de Jameson, Ritzer o Charles, se reflexiona sobre la supuesta disolución de la originalidad en la moda, y se recurre a Sibilia y Rodríguez Ibáñez para tratar la trivialización de la intimidad en la era digital. Por su parte, se explican las nociones foucaultianas de cuidado individual que, desde la Antigüedad grecolatina, han perdurado en el tiempo y, junto con Augé, presentan el vínculo entre el individuo y los espacios de la posmodernidad. En el tercer capítulo («Guionistas: érase una vez en Hollywood»), cuatro de los seis filmes seleccionados están ambientados en el periodo clásico de la meca del cine, cuyo contexto laboral se explica mediante la obra de Banks. La lucha entre la necesidad material y la preservación de la integridad artística es común al cuarto capítulo –centrado en los novelistas–, donde los trabajos de Balló, Bergala y Pérez sobre serialidad audiovisual son esenciales para analizar las obras citadas. Por su parte, las ideas de Bourdieu y Zafra acerca de la precariedad y el reconocimiento simbólico al trabajo feminizado complementan las de Zecchi sobre la representación visual del cuerpo femenino, así como las de Gilbert y Gubar en cuanto a masculinidad y autoría; a ellos se añade bibliografía que trata específicamente algunas de las obras utilizadas. Finalmente, el quinto capítulo recoge ejemplos cinematográficos de poetas y dramaturgos; en el caso de los poetas, se subraya la compaginación de elementos cotidianos (Paterson y Poesía) con aquellos ligados a lo sobrenatural (madre!), mientras que los dramaturgos destacan por su empeño en mantener sus proyectos frente a cualquier adversidad –el bloqueo creativo en Synecdoche, New York, y la intromisión de la mafia en Balas sobre Broadway–.