Equidad intergeneracional y sostenibilidad. Adaptación del espacio público urbano para promover ciudades amigables con las personas mayores
- 1 ETS Arquitectura. Universidad de Valladolid
- Rufino J. Hernández Minguillón (ed. lit.)
Editorial: Servicio Editorial = Argitalpen Zerbitzua ; Universidad del País Vasco = Euskal Herriko Unibertsitatea
ISBN: 978-84-9082-430-6
Año de publicación: 2016
Páginas: 109-121
Congreso: Congreso Europeo sobre Eficiencia Energética y Sostenibilidad en Arquitectura y Urbanismo (7. 2016. Donostia-San Sebastián)
Tipo: Aportación congreso
Resumen
Desde que apareciera el término sostenibilidad y comenzara a definirse su significado, en su filosofía se entrelazan tres ejes indisociables: el medioambiental, el social y el económico. A los que ha venido a sumarse en los últimos años la componente cultural. La justicia social –dice la carta de Aalborg de 1984- pasa necesariamente por la sostenibilidad económica y la equidad, que precisan a su vez de una sostenibilidad ambiental. Este es el marco en el que se inserta esta comunicación, en la que se hace especial hincapié en el aspecto social de la sostenibilidad, sin olvidarse de las componentes medioambiental, cultural y económica. El cambio demográfico es una realidad. Según diversos estudios, la población mundial sufre un proceso de envejecimiento irreversible al que se suma una creciente urbanización territorial. Como consecuencia, cada vez hay más personas mayores viviendo y conviviendo en ciudades. Sin embargo, este hecho no se ve reflejado aún de manera suficiente en la forma en que se piensa y actúa sobre las ciudades y hace que sigan existiendo colectivos sociales desfavorecidos en su posible relación y uso del espacio público (mujeres, niños o personas de mayor edad). Por ello, es el momento de poner de relieve la necesidad de incluir criterios de intervención urbana relacionados con la calidad de vida de las personas mayores y la promoción de un envejecimiento activo. Teniendo en cuenta que promover, a través del diseño y la planificación del espacio público, ciudades más amables con las personas mayores, no difiere de hacer un planeamiento sensible a crear ciudades menos discriminatorias, más inclusivas, sostenibles, confortables y ecológicas para todos. Los cambios asociados al envejecimiento (como etapa de vida), determinan nuevas relaciones de la personas con el espacio y el tiempo, con el entorno que los rodea y, por tanto, con la ciudad. Cambios que son consecuencia de una gradual disminución de habilidades físicas, funcionales y perceptivas; y de una menor capacidad de adaptación a alteraciones y situaciones estresantes. Estas características hacen que las personas mayores sean un tanto más sensibles a la creación de un vínculo afectivo con el espacio urbano y a una relación directa de accesibilidad y confort. Pues por el contrario se alejarán de él, refugiándose en espacios privados y perdiendo las relaciones sociales necesarias para el correcto desarrollo personal. El urbanismo ha de tener la responsabilidad de abordar estos problemas, generando ámbitos estimulantes de la actividad física y mental y consiguiendo un aprovechamiento lo más pleno posible de nuestras aptitudes personales para lograr la calidad de vida de la sociedad en su conjunto y de los adultos mayores en particular. Es necesario entonces, en este paradigma de la sostenibilidad, no perder de vista que afrontar la planificación urbana desde la perspectiva de la integración generacional, social y cultural de toda la ciudadanía proporcionará ámbitos más resilientes y adaptables al medio. Comenzando a asumir los retos que el envejecimiento poblacional plantea en el diseño de las ciudades y que ya ha hecho saltar las alarmas en algunos de los países desarrollados.