La mujer lorquianael drama rural y la casa como espacio de espera y poder
- Antonio Notario Ruiz Zuzendaria
Defentsa unibertsitatea: Universidad de Salamanca
Fecha de defensa: 2023(e)ko martxoa-(a)k 16
- Marga del Hoyo Ventura Presidentea
- Zoe Martín Lago Idazkaria
- José Manuel de Figueiredo Gomes Pinto Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
En la presente Tesis Doctoral se estudian y desarrollan aquellas características principales que hacen de la dramaturgia de Federico García Lorca una lectura imprescindible en dos sentidos: por un lado, para conocer y entender la situación que vivía una parte de la sociedad española y por el otro, la situación en la que se encontraban en particular las mujeres a principios del siglo pasado. Puesto que el interés por los personajes femeninos en la obra de este autor ha sido enorme, son varios los estudios y análisis desarrollados en cuanto a este tema se refiere. De ahí que, teniendo en cuenta la importancia que la llamada “mujer lorquiana” tiene y ha tenido, es necesario partiendo de cada una de sus obras dramáticas desde las más tempranas, pasando por las más surrealistas e irrepresentables hasta sus famosos dramas rurales, entender qué tienen de especial todas ellas y en qué se distinguen de otros personajes femeninos de renombre como pueden ser La tía Tula, Señora ama o La loca de la casa. Cuando García Lorca desarrolló su trabajo como escritor, el contexto cultural, político y social era caótico. Tras la pérdida de las últimas colonias, el país se había sumergido en una especie de depresión de la que le costaría salir. A partir de ese momento surgirían voces críticas que reclamarían la necesidad de un cambio en todas las esferas. En lo que respecta a la cultura, autores e intelectuales de la época, anteriores a Lorca, exigirían la necesidad de una regeneración total, es decir, no solo política, sino también social y cultural, donde la educación, gracias principalmente a la Institución Libre de Enseñanza, pasaría a tener un papel destacado en toda esta idea de regenerar a España. A su vez, debido a los cambios políticos que tuvieron lugar, sobre todo con la llegada de la Segunda República, nacería una gran iniciativa cultural que acercaría el saber a todos los rincones del país, como fueron las Misiones Pedagógicas que, junto a otra iniciativa como La Barraca, fundada y dirigida por el mimo García Lorca, harían de la cultura un espacio donde tenía cabida todo el mundo. Al mismo tiempo que el poeta granadino trabajaba con Eduardo Ugarte en este proyecto, seguía creando una dramaturgia enormemente novedosa, basada sobre todo en otra idea de cambio como fue la de renovar el teatro. Influido por autores como William Shakespeare, Miguel de Unamuno, Ramón del Valle-Inclán, Luigi Pirandello o Edward Gordon Craig, entre otros. Federico García Lorca reivindicaría una y otra vez la obligación de renovar el teatro, ya que de otro modo sería el fin de este. Esa reivindicación la haría tanto en entrevistas, como en cartas, conferencias e incluso en muchos de sus dramas a modo de metateatro, como ocurre en La zapatera prodigiosa, El maleficio de la mariposa, Comedia sin título o Los títeres de Cachiporra. A pesar de que estas ideas parecen estar presentes desde muy pronto en sus primeros dramas y que sería durante su viaje a Nueva York y Cuba cuando surgirían varias de sus obras más surrealistas, El público, Así que pasen cinco años y Poeta en Nueva York, donde la influencia de Walt Whitman y las experiencias vividas durante su estancia neoyorquina, harían de este periodo un momento de gran relevancia para su idea de cambio y de lo que él denominaría “teatro del porvenir”. Sin embargo, el giro que daría a su regreso, pareciera alejarlo en un principio de esa idea, ya que después de ese viaje comenzaría a escribir sus famosos dramas rurales. En ellos la presencia de personajes femeninos se hace mucho más evidente. Este tipo de obras y sus características sorprendería tanto a espectadores como a la crítica. En lo que respecta a la temática, Lorca sí se acercaría bastante al género rural. Pero no en cuanto a la forma y el estilo. Esta paradoja ha llevado a autores como Ricardo Doménech o Francisco Ruiz Ramón a cuestionarse si realmente la trilogía lorquiana se puede calificar dentro del drama rural. En todos estos dramas la mujer tiene un carácter protagonista que, dependiendo a qué estudioso leas, puede tener un significado u otro. Para Francisco Umbral los personajes femeninos son una especie de tapadera detrás de los que el autor se ocultaba. Sin embargo, para otros autores como Lluís Pascual, esos personajes no tienen esa finalidad, sino que por medio de ellos García Lorca buscaba representar la realidad de un modelo social a la vez que destacar la influencia que las mujeres tenían en su vida. Lo que explica que “Lorca amara su compañía” como dice Pascual, y fueran estas siempre un referente en su vida y en su obra. Puesto que la presencia de los personajes femeninos en su dramaturgia es prácticamente constante, hay otras características que van a vincularse a estos personajes inevitablemente y que han servido de estudio, reflexión e inspiración estética para otros muchos autores y artistas. La “mujer lorquiana” se sitúa casi siempre, como ocurre en otros de los dramas de la época: La Malquerida, Señora ama, La loca de la casa o La tía Tula, en la casa. Es en ese espacio privado donde la mujer ha sido relegada durante siglos. Por tanto, la casa y la mujer son dos componentes que García Lorca supo representar con maestría. Pero no solo él, por lo que, proponiendo un arriesgado salto desde el teatro hasta las artes plásticas, nos encontramos con la artista francesa Louise Bourgeois y sus Femme-maison, con las que representaría unos años después que nuestro autor, ese vínculo entre la casa y la mujer. También en esa esfera privada que es la casa, se da otra característica que va unida al espacio y a la vida de las mujeres, la espera. Este concepto o idea en la dramaturgia lorquiana tiene más de una forma o significado y no siempre conlleva algo negativo como sí sucede en Esperando a Godot de Samuel Beckett, sino que puede llegar a tener un carácter que en ocasiones pueda resultar excitante como diría Andy Warhol. Sin embargo, mientras se espera en ese espacio de la casa, los personajes adquieren ciertas actitudes que pueden expresarse de diferentes maneras. Esa expresión llega a convertirse en una verdadera lucha de diferentes formas de poder entre los personajes, llevando a estos a convertirse en víctimas o verdugos, o incluso llegando un mismo personaje a ser ambas cosas. Si analizamos la dramaturgia lorquiana con la teoría del poder de Michel Foucault, descubrimos lo relacionada que está su dramaturgia con la teoría del filósofo francés, y cómo en el teatro de Federico García Lorca, el poder y sus diferentes formas, adquieren un papel protagonista como el que pueda tener Yerma, Bernarda Alba o la Zapatera.