Piscinas municipals en Castromonte. Castromonte, Valladaolid. España
ISSN: 1695-2308
Año de publicación: 2023
Título del ejemplar: Instalaciones deportivas
Número: 420
Tipo: Artículo
Otras publicaciones en: On diseño
Resumen
Este proyecto simboliza la unión entre la tradición y la memoria, con lo mecánico y lo prefabricado y donde, de nuevo, se teje esa preocupación porque la arquitectura sea un punto común y eterno de equilibrios entre ingrávido y pesado, tectónico y etéreo. Castromonte, se ubica en la comarca de Montes Torozos, en la provincia de Valladolid. Su censo contabiliza 309 habitantes y 106 aerogeneradores. Un municipio tallado en piedra y atravesado por el Camino de Santiago, a los pies del río Bajoz. Desde hace años, la despoblación y el paso de los años dejó sin sonidos sus calles y el interior de sus viviendas. Pero, a pesar del trazo grisáceo, es una población que no se somete a un futuro incierto. Aprovechando el oro eólico, el municipio ha emprendido toda una serie de acciones encauzadas a fomentar espacios comunitarios para su población. Las piscinas se han convertido en un componente esencial para la rehabilitación de la vida rural de un pequeño municipio, amenazado por la despoblación y el olvido. La dotación de un equipamiento – y las piscinas son un pretexto - en un pequeño municipio no tiene la trascendencia que pudiese tener en ámbitos más densas. Aquí su implicación es otra, es un punto de anclaje para huir del olvido. El conjunto, parte del diálogo que resume las dos naturalezas que conviven en el actual contexto campo-municipio que circunda el caserío. Por una parte, empleamos la piedra sin talla y su materialización en largos muros-cerca emulando la tradición de tapias y vallados que identifican el municipio; por otra, se ha reinterpretado la realidad tecnológica de los campos eólicos que emergen entre trigales mediante la disposición, aparentemente aérea, de una cubierta formada por vigas prefabricadas. Los recuerdos de sus habitantes, pero también de los que se fueron, se identifican con las construcciones en piedra que configuran la práctica totalidad del municipio, por lo que el proyecto no sólo se integra en el contexto, sino que asume su identidad. Este conjunto, se ha realizado a partir de las piedras de derribo procedentes del vallado original de la parcela. Esta gran cerca fue desmontada piedra a piedra, seleccionando las piezas más sanas. Cuando faltaban, fueron traídas de las eras cercanas. Empleamos maestros canteros del lugar, siguiendo la tradición en auge de potenciar los oficios tradicionales y los maestros de la zona; facilitando la dinamización de la economía local de la construcción y la estabilización de empleo local artesano. También, las vigas de hormigón in-situ se han realizados con áridos del lugar, con la intención de que su textura y color se asemejasen a los de los muros de mampostería. Las vigas prefabricadas, fueron transportadas desde una empresa ubicada a poco más de un centenar de kilómetros, donde, además, fueron producidas. Estas, juegan a elevarse sobre los mampuestos, abrazándose a ellos y al suelo a partir de las sombras que proyectan. Los claroscuros – y su condición atmosférica – son parte esencial del proyecto; convirtiéndose en la argamasa que debía coser lo vernáculo y lo industrializado. El recuerdo de los veranos de sombras anheladas, por las que se filtraba el sol, permanecen anclados a la memoria de la infancia; sombras, a veces visible otras no, de distintas intensidades, en movimiento, alargándose o encogiendo, con mayor densidad o desvanecidas. Sombras que remiendan, relacionan y sustentan el conjunto.